La codicia:
La codicia, como la define el neurobiólogo Ignacio Morgado en su libro “Emociones corrosivas” es un afán excesivo de dinero y riquezas (productos lujosos). Pero lo peor es que ahí no termina la cosa: también se puede codiciar el éxito social, poder, sexo, protagonismo, etc. El abanico de la codicia es amplio y generoso. A esta emoción corrosiva han acudido los grandes pensadores para referirse a ella.
La personalidad del codicioso es un cóctel explosivo. Por su espíritu socialmente competitivo, está motivado a conseguir cosas a expensas de los demás y a su deseo de tener más se une la FRUSTACIÓN por no conseguirlo. Es EGOISTA y siente ENVIDIA al comparar lo que tiene con lo que tienen otros. No es de extrañar que con todo esto el codicioso suela sentirse insatisfecho con su vida al tener casi siempre la sensación de no poder controlarla y que tenga comportamientos irracionales, sobre todo cuando sus deseos no se cumplen.